La difusión de los resultados finales del Censo Nacional de Población y Vivienda 2022 por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) significa un importante paso para reencaminar los datos demográficos de nuestro país. No se puede pasar por alto que este censo, al igual que su predecesor en 2012, no estuvo exento de deficiencias durante la recolección de datos. A pesar de estos desajustes, los técnicos aseguran que los números presentados son confiables, brindando una radiografía actualizada de la población paraguaya.
Haciendo memoria hay que señalar que el censo de 2012, cuyo fracaso se debió a una organización deficiente y a la corrupción, dejó resultados para el olvido y sin utilidad para la planificación nacional. Teniendo en cuenta este antecedente era comprensible el escepticismo que se generó en torno a los datos preliminares del censo de 2022, que revelaron una población de poco más de seis millones de habitantes, contrastando con las estimaciones previas que la situaban en alrededor de los siete millones. Este ajuste en las cifras además de sorprender a la opinión pública, había generado una serie de interrogantes sobre la evolución demográfica del país.
A pesar de la aparente reducción en el número total de habitantes, las nuevas estadísticas demográficas ofrecen una lectura alentadora sobre la transformación de la sociedad paraguaya. El director del INE, Iván Ojeda, destacó que Paraguay aún se encuentra en un momento demográfico óptimo, con una población mayoritariamente joven. La disminución en la tasa de fecundidad sugiere una evolución interesante en cuanto a la conciencia sobre la planificación familiar. Este cambio podría tener implicancias positivas tanto para la economía familiar como para las finanzas públicas, permitiendo al Estado destinar los recursos de manera más eficiente y equitativa.
Los resultados del Censo 2022 también muestran también una importante transformación en la estructura etaria de la población. La reducción de la proporción de personas menores de 14 años, acompañada por un incremento en la población de 15 a 64 años y de 65 años o más, refleja un proceso de envejecimiento demográfico. Sin embargo, el hecho de que Paraguay siga siendo un país joven representa una oportunidad única para el desarrollo, siempre y cuando se implementen políticas públicas adecuadas para aprovechar este bono demográfico.
En este contexto, el desafío para las instituciones nacionales es contundente: hay que comenzar a utilizar estos datos como una base sólida para la planificación de políticas sociales, económicas y de salud que respondan a las necesidades actuales y futuras del país. Los datos demográficos no son simples números, constituyen la expresión de la transformación que experimenta una sociedad y permite que las autoridades tomen decisiones adecuadas para adaptar las estrategias de desarrollo a fin de mejorar las condiciones de vida de quienes habitamos el país.