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viernes, 22 de noviembre de 2024
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El propio Lula dirige el nuevo robo al Paraguay

La Tribuna hace 50 años ya advertía que Brasil iba a beneficiarse en el futuro con Itaipú. Hoy que se habla de la renegociación del Anexo C, de nuevo el vecino país se está preparando para continuar creciendo a costa de Paraguay. Lo hace con el arco en blanco, porque ninguno de los presidenciales tiene agenda clara para reivindicar al país y el actual mandatario fue incapaz de formular siquiera una esquela para defender lo que es de la República.

Lula es presidente de Brasil. No tiene por qué jugar a favor de los intereses nacionales. Quienes pensaron que con él se llegaría al acuerdo para que Paraguay use el 50% de su energía, se equivocaron de punta a punta. Él es el mismo que embarulló en su momento a Lugo mejorando la compensación de 120 millones de dólares a 360 millones, con lo que mantuvo los privilegios en la dirección y uso de la energía paraguaya, encima a bajo costo.

Ahora, nuevamente, hábilmente ordenó a sus funcionarios liderar el diálogo sobre Itaipú Binacional. Cuando Lula habla de la búsqueda de acuerdos futuros con Paraguay, se refiere a seguir dominando la administración y sostener su industria a costa de la energía paraguaya.

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Lula tiene la radiografía clara de lo que es el Gobierno de Abdo Benítez, a quien le mantuvo paralizado con abrazos y fotos. Ya movió su aparato logístico y diplomático para mantener el statu quo con la persona que asumirá el poder en agosto próximo. Eso es su objetivo y por eso apura «el diálogo» y «el acuerdo» sobre la venta de la energía excedente, el Anexo C, presuntamente sobre consenso bipartito en la agenda del ente Binacional.

Lula tiene confeccionado su cronograma de trabajo. Incluso ya tiene en carpeta que las negociaciones se intensificarán a partir de la tercera semana de agosto de 2023. Su meta es sostener el privilegio para Brasil sometiendo a Paraguay por los próximos otros cincuenta años, controlando la producción y comercialización de la energía eléctrica.

La Tribuna espera que el nuevo Gobierno electo el próximo domingo tenga alguna pizca de patriotismo y negocie en serio el derecho nacional para usar su energía o, en todo caso, que Brasil pague por el excedente lo que dicta el mercado. Es lo que corresponde, amén de lamentar que Abdo Benítez se está yendo dejando el arco en blanco para que se consuma otro nuevo atropello, que -repetimos- tiene planificado Lula Da Silva. Un despropósito que Paraguay no debe permitir.