«Vida, mujer y libertad» es la consigna que resuena y se constituye como bandera de guerra en Irán. Las protestas reivindicativas son secuelas por la muerte de Mahsa Amini, cuya figura crece y está generando profundos cambios a favor de la igualdad y un posicionamiento contra el fundamentalismo religioso.
El más progresista ni visionario habrá imaginado lo que está produciendo en todo Irán tras la muerte de una mujer kurda de 22 años, ocurrida durante su detención por supuestamente no cumplir con las reglas del hiyab (velo). Cada vez más pierde fuerza la versión oficial que pretendía sostener que Mahsa Amini murió por complicaciones de salud ajenas a su arresto. La sociedad, en mayoría, cree que asesinada a golpes por la policía religiosa.
La manifestación, que inicialmente era por el asesinado de la joven, hoy agrega otros puntos a la agenda reivindicativas. La mirada social ya apunta a la alta corrupción de la élite política, a la poca calidad de vida, a la economía que concentra una inflación de más del 50% y la falta de todas las libertades.
La reacción por la muerte de Mahsa Amini definitivamente ganó las calles y está obligando al Gobierno a aclarar el tema. Las manifestaciones ya llegaron a perturbar incluso a algunos de los partidarios incondicionales del gobierno. De hecho, hay figuras públicas, entre ellas algunos clérigos, cuestionan las tácticas violentas que utiliza la policía religiosa, especialmente contra las mujeres.
