La farsa y la corrupción en la política se inicia con la falta de efectivo control de los gastos en campañas electorales. Existe una ley muerta e instituciones que no funcionan para ese fin, como son la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero (Seprelad) y el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE).
Seamos serios y directos. Estamos a días de las elecciones nacionales y nadie se controla ni controla los gastos de campañas que mueven los partidos políticos y los candidatos a cargos públicos. Asunción y los grandes centros urbanos del interior se llenan de costosas gigantografias, enormes carteles y todo tipo de publicidad callejera, sin que haya rendición de cuentas.
Hay candidatos que tienen asesores extranjeros que ganan en dólares, a los que se suman los nacionales. El valor de la movilidad diaria es incalculable, como así tambien los gastos en televisión y el llamado Día D. Ni hablamos de los que se pagan a los operadores y alguna que otra ayuda que se brinda a los simpatizantes. Sin embargo, SEPRELAD y el TSJE silban y miran para otro lado.
La Justicia Electoral solo controla, dice que controla, solo para devolver en porcentaje de subsidio electoral. SEPRELAD simplemente no existe, siendo su función perseguir el dinero negro. Mucho ruido se hizo en su momento sobre la ley de financiamiento, pero en realidad no hay ningún control, y al final las instituciones con su silencio terminan blanqueando todo.
Una observación desapasionada hará ver que la primera estafa en política ya se genera con los gastos electorales. Hay candidatos que ponen una millonada, que lo admiten incluso públicamente, pero no hay acción ni reacción. Un mal de la democracia paraguaya es la ausencia del tipo y monto de dinero que corre en los procesos electorales, un mal que tiene como cómplices a la SEPRELAD y al TSJE.