En el cierre de Paris 2024, se encontró una medalla después de 45 años

Justo en coincidencia con el cierre de la participación paraguaya en los juegos olimpicos de Paris 2024 y la reiterada postrgación del arribo de una nueva presea que estuvo muy cerca pero no se concretó, llegó otra preciada medalla y nada menos para dar una alegria despues de casi medio siglo, a la máxima figura histórica del deporte paraguayo, el hombre que con toda justicia, fue deisgnado como el «Deportista del Bicentenario»: el gran Victor Manuel Pecci.

Un profesor de tenis argentino, fervoroso aficionado a la disciplina de la raqueta, que forma parte del cuerpo de docentes del club Velez Sarsfield de Buenos Aires, llamado Guillermo Rivas, le dio la grata nueva al «campeonisimo»: entre varios objetos históricos de Roland Garros, que compró por internet, siendo coleccionista, le llegó dentro de la caja adquirida un tesoro escondido: la medalla del segundo puesto de Paris 1979, la histórica conquista de Pecci en la inolvidable final jugada ante el sueco Bjorn Borg.

Asombrado gratamente por el increible hallazgo despues de 45 años, Victor Pecci posteó en sus redes:

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El coleccionista argentino que entre sus ídolos tiene al emblemático deportista paraguayo, se comprometió a hacerle llegar por vía que acordarán, la preciada medalla como un regalo que testimonie esa admiración de tantos años. Una alegría que se merecía el hombre record que fue capaz de transformar un deporte ecitístico en popular, convirtiéndose en el jugador más destacado de todos los tiempos, formador y conductor del primer equipo de tenis femenino del pais en la Fed Cup, figura cumbre y capitán de la copa Davis y ministro de deportes. Un curriculum extraordinario que cae como anillo al dedo a un ser humano excepcional.

Antes de recibir el galardón oficial y único de «deportista del Bicentenario» en 2011, Victor Pecci fue premiado por Corporación Deportiva Fenix junto a Edith Nunes (acreedora en la rama femenina) como «Deportista paraguayo del Siglo XX» (foto de arriba).

Cuando recibió Victor la noticia del hallazgo del galardón y le consultaron desde Buenos Aires si quería tenerla su respuesta fue inmediata y franca: «Claro que quiero… me encantaría después de tanto tiempo tenerla. Nunca vino al Paraguay. La medalla se quedó en Europa. Es la original a mi me robaron o perdí una de las dos».

Justo al cierre de gestión de Paraguay en los actuales juegos olimpicos, sin haber logrado el tan difícil sueño de subir de nuevo al podio (al menos se lograron dos más que meritorios Diplomas Olimpicos), se produce este increíble y grato hallazgo. Una coincidencia curiosa y hasta insólita. No es casUAlidad sino cAUsalidad este hecho y resulta como un bálsamo que nos llega desde la tierra donde hace 45 años un paraguayo sí, brilló con luz propia en la Ciudad Luz y logró esa medalla que estuvo tanto tiempo perdida, ganando hasta hoy, por siempre, el aprecio y la valoración de propios y extraños. Tampoco es casual que haya sido un nativo de una tierra que ha albergado a tantos compatriotas y acunó y proyectó en su génesis a nuestro máximo exponente tenístico y deportivo histórico, haya sido quien hizo el rescate que decidió obsequiar a su ídolo.