Andar manejando por las calles y de repente encontrarte con un vehículo igualito al tuyo, misma marca, mismo modelo, mismo color y EXACTAMENTE CON LA MISMA NUMERACIÓN DE CHAPA… ya no es cosa de una pesadilla ni una película… Sucede, y está sucediendo a menudo en Paraguay desde hace un buen tiempo. La mafia de los autos clonados, por donde se mire o por donde se siga el hilo, conecta e involucra a la Policía Nacional de Paraguay, o al menos a integrantes de ella –inclusive probablemente altas autoridades- que usan, abusan y aprovechan el caudal de información manejado.
El caso de la funcionaria de fiscalía Claudia Guillén, abordada por policías de civil y luego perseguida y hoy detenida, y en cuyo poder estaba una camioneta denunciada como robada en Brasil, pero que tenía documentaciones supuestamente legales que le permitieron “avalar” la compra del rodado al padre, es uno más de la larga lista que está brotando ahora… y es el escándalo que está ayudando a destapar la olla podrida de una de las mayores tramas de corrupción en materia de robos y comercialización de vehículos robados.
Trama que, por donde se mire o por donde se siga el hilo, conecta e involucra a la Policía Nacional de Paraguay, o al menos a integrantes de ella –inclusive probablemente altas autoridades- que usan, abusan y aprovechan el caudal de información manejado sin ningún tipo de precaución en la institución policial.
Manejar la información, clave para la “mafia de los autos clonados”
“Cabrito” o autos clonados, es el apodo que pusieron los operadores a los vehículos robados y luego traficados en base a documentos y matrículas con datos “clonados”. La “mafia de los cabritos” tiene tentáculos en Paraguay y el extranjero, especialmente en Brasil, de donde proviene la mayor parte de automotores, principalmente vehículos de alta gama, que son ingresados como parte del esquema corrupto de la reducción y tráfico de autos robados.
Los de la mafia de los “cabritos” se manejan en base a información privilegiada a la que acceden extraoficialmente pero por instrumentos “oficiales”. ¿Cómo es eso? Pues aquí comienza la cosa: La Dirección del Registro del Automotor (RUA) por ley es la que administra y gestiona todo lo relativo al parque automotor del país, específicamente en cuanto a su inscripción, matriculación y todo tipo de transferencia de propiedad. El RUA, por supuesto, tiene una base de datos completísima sobre el tema. Todos los vehículos están registrados, y sus características contenidas en la base de datos del RUA… que es compartida con algunas pocas entidades, por razón de las funciones cumplidas por ellas. Todo ello, en base a las normativas legales que rigen en la materia.
Específicamente, la Policía Nacional tiene acceso completo, amplio e irrestricto a la base de datos del RUA, a través de un número significativo de usuarios que le permite, a los efectos de sus funciones, poder acceder a información que sea necesaria para el control y atención de denuncias de todo tipo que involucren a automotores (robos, accidentes, choques, etc.) También tienen acceso a la base de datos son la Policía Caminera, para los efectos de su función, y la Superintendencia de Seguros dependiente del Banco Central del Paraguay, también a los efectos de facilitar información necesaria para las gestiones de las aseguradoras.
De las entidades mencionadas, la única que podría “completar el circuito” necesario para armar el rompecabezas eficiente de la mafia para la clonación y tráfico de “cabritos” es, obviamente, la Policía Nacional, y sobre todo, porque también maneja una base de datos fundamental para ello: el registro de denuncias de robos de automotores tanto del Paraguay, como de otros países que son extendidos a la Policía Nacional en base a las normas de cooperación de INTERPOL y otros acuerdos binacionales o regionales para le persecución de hechos delictivos.
Menú completo. Al mismo sólo falta agregar un acceso privilegiado a la información y funcionarios corruptos que tengan ese acceso y el contacto con la mafia de los “cabritos”.
Al tener el dato de un vehículo robado, por ejemplo en Brasil como sucedió con el caso de la auxiliar fiscal, se coteja con la base de datos del RUA buscando un móvil con las mismas características: marca, modelo, año, incluso color, etc. La red internacional provee el vehículo robado para que sea preparada toda la documentación en base a los datos registrados del vehículo legal, pero para el “cabrito” que será vendido aquí en Paraguay. Obviamente, sin pasar por “verificaciones” ni “transferencias por escribanìas”… solamente con “contrato de compra-venta” y si el cliente pide, alguna “verificación trucha” de una inexistente sección de la Policía Nacional, pero con firmas y sellos que hagan creíble el documento.
Los casos saltan… la policía busca tirar la pelota al corner…
El caso que hizo estallar este tema ahora es el de la auxiliar de fiscalía Claudia Guillén, quien fue detenida y luego recluida por estar en poder de un «cabrito». Ella finalmente en la fecha logró la revisión de la medida y pudo ser beneficiada con arresto domiciliario. Su caso parece más bien el de una víctima del sistema mafioso, antes que una protagonista cómplice o generadora del tráfico. Los componentes del esquema que rodean al hecho hablan de un modus operandi extorsivo muy común entre agentes policiales con información privilegiada: “procedimientos” a cargos de policías sin uniforme, sin orden de cateo, en zonas poco concurridas, primer contacto para “apretar”… y en el caso de Guillen, el “apriete” no ocurrió porque la misma, al percatarse de la falta de uniforme y orden, optó por huir, creyéndose estar ante un simple y llano asalto. Incluso, según declaró, interín la huida su madre, que le acompañaba, pudo llamar al 911 desde donde le recomendaron llegar hasta una Comisaría para formular la denuncia, lo cual lo hizo, pero no sirvió para meterle más adentro de la boca del lobo, por lo visto.
Otros casos están saltando ahora. Algunos con las similares circunstancias: conductores que “caen” en barreras policiales, con uniformes o sin ellos, para ser “respetuosamente” sugeridos de “arreglar” la situación de la camioneta clonada… Otros, sin embargo tuvieron la suerte de no “caer” en manos de policías que, muy probablemente, esperaban “arreglar” el tema y no llegar al estadio que se llegó con la denuncia fiscal y las medidas restrictivas para la mujer.
Esos otros casos, denunciados ante varios medios evidencian el mismo modus operandi: Compra-venta de vehículos a precios “de oferta”, a través de “playas privadas”, negociados en base a contratos “particulares” registrados por escribanos probablemente complicados, con documentos de dudosa confiabilidad pero “respaldados” por “verificaciones” hechas por algún departamento –real o ficticio- dependiente de la Dirección de Control de Automotores de la Policía Nacional, con sellos correspondientes, con todos –TODOS- los caracteres ciertos del vehículo traficado, pero con los documentos y datos clonados de otros… y BINGO: la venta del “cabrito” está hecha… y los funcionarios policiales –al menos quienes tienen la capacidad e información privilegiada- tienen los datos para ubicar luego e incluso hacer rendir mejor el negocio “extorsionando” al “feliz propietario” que compró un vehículo de alta gama a precio de ganga y creyendo que toda la documentación era real.
Cortar o ajustar los hilos del manejo de la información privilegiada
Así como en su momento se conocieron casos, y siguen saltando, de cédulas de identidad clonadas para favorecer la doble, triple y/o falsa identificación para delincuentes, narcotraficantes o criminales, así también opera la mafia del “cabrito”. Usando las bases de datos a las que tiene acceso la Policía Nacional: en el caso de las cédulas de identidad, la propia; en el caso de los vehículos, la que tiene acceso compartido con el RUA.
Ahora que se están conociendo los datos, las aristas del tráfico, autoridades policiales tratan de desmarcar a la institución, pero ni siquiera anunciaron una investigación seria sobre la cuestión. Parece que todo apunta o buscaría “enterrarse” en medio de las investigaciones fiscales que pongan en el centro a quienes en realidad más parecen víctimas –o a lo más, compradores de “no tan buena fe”- en el tráfico de “cabritos”… Mientras, los cerebros, organizadores y operadores de la mafia de “cabritos” –entre quienes es posible que haya incluso altas autoridades policiales implicadas, o que hacen la “vista gorda” a este esquema corrupto- siguen y seguirán tan campantes, hasta que la tensión baje y puedan reactivar con fuerza el multimillonario «negocio».