El 29 de julio es el Día Mundial de la Lasaña (también conocido como lasagna), este invento gastronómico capaz de derrotar al plan dietético más pintado. Como mañana muchos no podrían cumplir con el ritual culinario, por ser lunes y día laboral, en muchos países los jugos gástricos estarán de fiesta hoy, domingo, y quien pueda y desee continuará mañana.
En el remoto caso que alguien no sepa de que estamos hablando, este plato se suele servir en láminas superpuestas intercaladas con capas de ingredientes al gusto, se sirve horneada y con abundante queso en la mayoría de sus presentaciones.
¿Qué significa lasaña, palabra que suena a un colegio asunceno?
El buscador Google, que todo lo sabe, dice que el término proviene del griego lasanon o lasanum que se refiere al recipiente en el que se cocinaba un tipo de pasta. Por su contenido de significativa cantidad de calorías en aquellos países se consumía en invierno.
Como en Paraguay el invierno es poco menos que irrelevante en cantidad de días y el apetito es constante, la lasaña encontró en esta tierra de leyendas y ñandutíes una gran y divertida hinchada que la rinde honores no solo los días 29 de julio sino cada vez que la inspiración traspase la línea impuesta por los dietólogos.
En nuestro país, la lasaña en particular y las pastas en general fueron bienvenidas desde que apareció por estas lejanas comarcas el primer italiano en cuya valija de cuero traía la receta secreta que no tardó en expandirse casa por casa, barrio por barrio, pueblo por pueblo.
Las mesas paraguayas hoy y mañana se vestirán de galanura para honrar a este magnífico plato preparado normalmente con carne entre capas de lámina de pastas y colmado de queso al límite de rechazar cualquier sospechosa idea que apunte hacia cualquier idea que promocione abstinencias.
Que viva el día de la lasaña, por siempre y para siempre, amén ¡Buen provecho!