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viernes, 22 de noviembre de 2024
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La oposición paraguaya

El mérito de la oposición paraguaya para el derrocamiento de la dictadura, hace más de 35 años, es indiscutible. Fue gracias al esfuerzo de aquellos valientes luchadores que Paraguay logró la tan anhelada democracia que hoy todos disfrutamos. Aquellos hombres y mujeres, con el advenimiento de las libertades públicas, asumieron un papel protagónico en los primeros años de la democracia. Trabajaron incansablemente para fortalecer una sociedad libre y justa. Aquella labor desembocó, por ejemplo, en la Constitución de 1992, que, pese a sus pequeñas deficiencias, ha permitido el período más prolongado de respeto a las libertades en la historia del Paraguay.

No obstante, es evidente que la oposición paraguaya ha perdido el rumbo en su desesperada obsesión por alcanzar el poder. En muchos casos, los representantes de la oposición que han llegado a ocupar cargos, volvieron a replicar los mismos vicios que criticaban desde la vereda de enfrente. La sociedad paraguaya, exigente con sus dirigentes, no perdona la incoherencia. Esta falta de rumbo ha fragmentado, disminuido o incluso llevado a la desaparición a los principales partidos y movimientos opositores que antes aglutinaban a las fuerzas críticas del país.

El pecado más grave de los opositores en la era democrática ha sido no saber ejercer un rol constructivo y propositivo. La estrategia de oposición basada en la mera crítica y el rechazo sistemático a cualquier proyecto oficialista, sin considerar su posible beneficio para la ciudadanía, ha demostrado ser ineficaz. La democracia exige una oposición creativa, que presente propuestas y mantenga una visión coherente del país. La estrategia de oposición de la época de la dictadura ya no funciona en el contexto actual.

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Es lamentable ver a nuevos representantes de la política emulando el estilo de oposición de antaño. La democracia se fortalece cuando los sectores críticos de la sociedad logran construir un proyecto coherente y atractivo, que defienda los intereses de la mayoría. Los hechos han demostrado que la ciudadanía se alinea detrás de propuestas que realmente buscan el bienestar común.

Es momento de que los principales líderes opositores del país repiensen su rol y su estrategia. Paraguay necesita dirigentes opositores creativos, proactivos y visionarios. Una oposición fortalecida obliga al oficialismo a ser más creativo, y esta competencia de ideas y propuestas es lo que fortalece la democracia y construye un mejor futuro para toda la sociedad. La política paraguaya necesita una renovación de su discurso y de sus prácticas, orientándose hacia una verdadera representación de los intereses ciudadanos y un compromiso genuino con el desarrollo del país.