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jueves, 21 de noviembre de 2024
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Comenzar transformando el MEC

Cada vez que se informa sobre la educación en el país se hace más evidente que ésta nunca fue prioridad en la preocupación de las autoridades. La semana pasada al inicio del año escolar el ministro de Educación, Nicolás Zárate daba un mensaje poco esperanzador al reconocer el fracaso del gobierno y por dejar una institución prácticamente sin presupuesto, para la siguiente administración.

Ahora existe la posibilidad de que el Senado rechace la donación condicionada de la Unión Europea para, con lo que las opciones para solventar la educación es recurrir a un nuevo préstamo o a la reprogramación presupuestaria.

La recomendación de la Unesco a los países en vías de desarrollo, es invertir en educación por lo menos el 7% del Producto Interno Bruto y el artículo 85 de nuestra Constitución dispone que “los recursos destinados a la educación en el Presupuesto General de la Nación no serán inferiores al 20% del total asignado a la Administración Central, excluidos los préstamos y las donaciones”.

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Observando los datos de los gobiernos de la era democrática podemos ver cómo ha ido creciendo el presupuesto destinado a la educación, sobre todo en estos últimos 25 años. Progresivamente se ha mejorado el salario docente y aumentado la cantidad de maestros.

Gracias a eso en los últimos años no hemos tenido las consabidas huelgas docentes con pérdidas de clases (nunca recuperadas) para los alumnos. Sin embargo, a pesar de los millonarios fondos asignados al MEC, la calidad de la educación sigue siendo vergonzosa.

Esto demuestra que mejorar la educación no es solamente una cuestión de dinero, sino de una mejor utilización de los recursos disponibles y por supuesto de la honestidad de los administradores.

El año pasado miles de padres salieron a manifestarse, preocupados por la transformación educativa, una iniciativa por demás plausible. Lamentablemente, no se ve la misma reacción cuando se trata de los lamentables manejos que conspiran contra la calidad de la educación paraguaya y que desvían los recursos que deberían ser asignados al respecto.

Al principio del año escolar el ministro Zárate precisamente hablaba de aumentar impuestos para que el estado recaude más y tenga más recursos para educación. Desde La Tribuna habíamos señalado en dicha ocasión, que para tener más recursos el MEC debería comenzar una racionalización y depuración interna.

Se ha llegado a constatar que dicha cartera tenía más de 140 direcciones generales, absolutamente innecesarias e inclusive en algunos casos superpuestas en sus funciones. Con qué objeto se crearon dichas direcciones, naturalmente para ubicar a la clientela política, parásita del presupuesto público.

Es más que obvio que la burocracia paquidérmica del MEC es uno de los factores que conspiran contra la calidad del sistema educativo, pues todo el dinero que se gasta para mantenerla podría haberse destinado a la construcción, equipamiento de aulas, la capacitación docente y otras necesidades urgentes de las instituciones educativas.

Mientras se siga utilizando groseramente el MEC como una catapulta política, con una administración escrupulosa, una estructura superpoblada e ineficiente, al servicio de politiqueros sin escrúpulos, las mejores propuestas para transformar la educación terminarán en los papeles y dentro de 15 a 20 años volveremos a mirar y lamentar el mismo fracaso.

La verdadera transformación educativa tiene que comenzar por una limpieza y transformación del ministerio de Educación, para que realmente cumpla con su función y sacarla de las garras de sinvergüenzas de toda calaña que utilizan la institución para fines políticos, para terminar cantando miserias y fracasos, culpando a medio mundo de su propia inutilidad.