El nuevo ciclo escolar se iniciará con aproximadamente 6.000 escuelas en malas condiciones. Presumiendo que cada centro de estudio tiene los seis grados del ciclo primario, entonces hay 36 mil aulas con problema de infraestructura. Este alarmante dato y que los niños sigan cargando con kilos y kilos de libros para saciar a las imprentas y la ausencia misma de una enseñanza usando la tecnología que impone el Sigo XXI, revelan que el Ministerio de Educación es un rotundo fracaso.
Duele afirmar que el MEC es un fracaso. Este Gobierno lo usó para cualquier cosa, menos para elevar la calidad educativa. El nulo nivel de los dos últimos ministros que estuvieron dan énfasis a los que decimos. El actual era un simple secretario porta cartera del anterior, y éste que dejó el cargo creyéndose ya vicepresidente de la República. Ambos llegaron sin tener liderazgo y estuvieron en el puesto por la simple obsecuencia al Ejecutivo de turno.
La enorme cantidad de escuelas en pésimas condiciones no es un dato nuevo. Lo que preocupa es que quienes estuvieron en el MEC no se esforzaron para mejorar las unidades de estudios. Está probado que el calor, humedad, frio, ruido, oscuridad, etc. no ayudan al buen aprendizaje. Ya ni hablamos del riesgo que significan las fallas en techos, pisos y paredes, que igualmente afectan considerablemente el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Las malas condiciones influyen hasta en el ánimo del docente. Los maestros sufren también la ausencia de una política educativa. Los estudiantes no puede estudiar, y los docentes no puede educar. Hoy que se vive un nuevo proceso presidencial, sólo se escucha de los presidenciables cuestiones electorales. Señores políticos, éste 2023 arranca con 6.000 escuelas carentes de seguridad, que serían 36 mil aulas que no están en condiciones.
Todos los recursos para mejorar las instalaciones educativas se siguen dando a las industrias que hacen toneladas de libros que luego se exigen a las familias a comprar y sean parte de las listas de útiles, o paga el Estado para llenar su famoso kits escolar. El dinero que llevan, desde hace años, las industrias de impresión, escamotean el capital para reparar las aulas. Como si todo fuera poco, cada año, se nombran ministros sin carácter, pusilánimes y adulones, a quienes sólo les interesa el cargo y las ventajas que sacan desde ahí, completando el círculo que daña la educación en Paraguay.