La crisis global desencadenada por el colapso de los sistemas de Microsoft debe servirnos de lección como sociedad, subrayando la creciente importancia de la tecnología en nuestras vidas cotidianas y nuestra dependencia de ella para el funcionamiento de servicios esenciales. Esta dependencia no hará más que aumentar a medida que avancemos en el desarrollo tecnológico. Sin embargo, en Paraguay hemos demostrado un preocupante desprecio por la educación cibernética, reflejado en la vulnerabilidad de nuestros compatriotas ante estafas absurdas que proliferan en internet. Es evidente que no hemos invertido lo suficiente en la capacitación y educación en ciberseguridad desde la escuela primaria.

La actualización defectuosa de la plataforma de seguridad informática CrowdStrike, que originó el fallo en los sistemas de Microsoft y afectó al planeta entero, pero de forma cuasimilagrosa no tuvo impacto de relevancia en Paraguay. Ni la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (DINAC) ni el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación (MITIC) han reportado incidentes en Asunción o Ciudad del Este. Aun así, esto no debe llevarnos a una falsa sensación de seguridad.

El MITIC, a través de Certal-Py, su Equipo de Respuestas ante Incidentes Cibernéticos, ha emitido alertas y medidas de solución para las organizaciones que pudieran verse afectadas. Aunque el impacto directo fue limitado, la lección es clara: nuestra preparación y respuesta ante incidentes cibernéticos deben ser fortalecidas.

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El aprendizaje en ciberseguridad no debe limitarse a la protección de datos, sino que debe incluir una formación tecnológica integral para las próximas generaciones. Países como India, China, Taiwán y Japón han demostrado que la apuesta por el desarrollo tecnológico es un motor vital para el avance socioeconómico. De ser naciones subdesarrolladas, India y China han ascendido a la categoría de potencias mundiales gracias a su inversión en tecnología.

En Paraguay, la apuesta para las próximas generaciones debe ser una inversión decidida en la capacitación tecnológica desde la primera infancia. Esta inversión es esencial para estar a la altura de las exigencias globales actuales y futuras. No podemos permitir que la falta de alfabetización digital nos deje rezagados en un mundo donde la tecnología es cada vez más predominante.

Es necesario que nuestras autoridades tomen conciencia de la importancia de este desafío y actúen en consecuencia. La educación tecnológica debe convertirse en una prioridad nacional, comenzando desde las aulas de nuestras escuelas primarias. Solo así podremos construir una sociedad preparada para enfrentar las complejidades del mundo tecnológico que se avecina.