El operativo llevado a cabo por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT), que culminó con la incautación de más de 4.000 kilos de cocaína ocultos en una carga de azúcar destinada a Bélgica, marca un nuevo récord en cuanto a incautaciones en el país. Este hecho, sumado a otros operativos similares, evidencia una preocupante tendencia: Paraguay se ha convertido en un punto clave para el tránsito de cocaína hacia Europa y otras partes del mundo.
En los últimos años, incautaciones históricas de cocaína embarcada en nuestro país han sido reportadas en Bélgica, Alemania, Portugal y otros destinos. Estos hallazgos demuestran que, aunque Paraguay no es un productor de cocaína, se está consolidando como un centro de acopio y reenvío de esta droga. La pregunta que surge es: ¿cómo llegan estas cargas a nuestra capital o a ciudades vecinas donde se han encontrado depósitos de acopio y embalaje de la droga?
La respuesta apunta a una combinación de factores. En primer lugar, la evidente permeabilidad de nuestras fronteras facilita el ingreso de grandes cantidades de cocaína. Aunque ningún país del mundo puede asegurar el 100% de su frontera, en Paraguay, esta vulnerabilidad ha sido exacerbada por la falta de control en el tráfico aéreo y terrestre. La posible complicidad de funcionarios y organismos de seguridad, que permiten el ingreso y tránsito de la droga, es otro factor que no puede ser ignorado.
Ante esta realidad, es necesario que se implementen mecanismos efectivos para desarticular las organizaciones delictivas que operan en nuestro país. El reciente anuncio de la compra de radares por parte de las autoridades puede ser un gran paso para esa lucha. Estos dispositivos permitirán un mejor control del espacio aéreo, dificultando el tránsito de aviones utilizados para el transporte de drogas.
Sin embargo, la solución no se limita a la adquisición de tecnología. Es fundamental fortalecer la colaboración entre las diferentes instituciones del Estado, mejorar la capacitación y equipamiento de los organismos de seguridad, y garantizar la integridad y transparencia en todas las operaciones antidrogas. Solo así se podrá combatir eficazmente el narcotráfico y evitar que Paraguay se convierta en un refugio para las organizaciones criminales.